La escena no era la mas agradable, todo lo que se podía divisar era caótico, solo silencio, soledad y muerte.
Un gran valle que parecía no tener fin de “huesos secos”. Huesos inmóviles que un día tuvieron vida, se podían mover y andar, pero ahora yacían amontonados, paralizados, inactivos, desidiosos.
Un fuertísimo ruido se escucho, era tan fuerte que hacia temblar; era Dios hablando a esos huesos, ellos comenzaron a moverse, se juntaron unos con otros, salieron tendones y se cubrieron con carne y piel, Dios ordeno que de los cuatro puntos cardinales venga el aliento de vida sobre ellos, y esa vida entro en esos huesos, revivieron y se pusieron de pie, cuando esto sucedió eran tantos que parecía un ejercito, la vida había llegado……
Cuantas veces vemos gentes deambulando por la vida, “secos” sin ninguna dirección determinada, no tienen meta, ni futuro, sin ansias de vivir, tal vez vengan de alguna separación, un duelo, un desamor, un desengaño o una pérdida, solamente sobreviven.
Pero todavía hay esperanza, en Dios esta el aliento de vida, de aquello que esta muerto “El” hace nuevo todas las cosas. Aun aquello que crees perdido Dios lo restaura.
Permite que esa fresca y nueva vida entre a tus “huesos secos” Dios abrirá tumbas y te sacara de allí, soplara aliento de vida y volverás a vivir, cuando esto pase reconocerás que “El” es Dios, y no hay nada como “El”