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domingo, 24 de marzo de 2013

La vecina del barrio



Oigo gritos, voces de gentes muy enfadada; me asomo por la ventana y veo muchas personas que discuten; para ver lo que esta pasando salgo a la puerta de mi casa, observo un gran gentío que ocupan cuadras y cuadras del barrio.
Pregunto que es lo que esta sucediendo y me dicen que aprendieron a un malhechor…esa noticia me alegro y pensé que por lo menos alguien dejaría de hacer daño a los habitantes de la ciudad, me cuentan que le pegaron una brutal paliza.
Me mezclo entre las gentes para escuchar lo que dicen, algunos están bastante enfurecidos, miro con atención y veo que al final de la cuadra vienen algunas autoridades trayendo al delincuente, me esfuerzo por llegar al lugar por donde va a pasar, la curiosidad hace que entre empujones me acerque, quiero ver con mis ojos al personaje, tal vez lo conozca.
Y ahí lo veo...Creo que nunca lo vi...no lo conozco, tiene el rostro desfigurado, su cara casi no se le ve porque esta cubierta de sangre, cuando va pasando veo su espalda muy lastimada, seguro que de tantos latigazos que le dieron, en ese instante sin pensarlo de mi salio un grito: “yo lo conozco” Estuve escuchando sus sermones, cuantas veces salí apresurada de mi casa, para  oírlo, fui a la montaña, al lago, a la casa de algún vecino, vi muchos milagros hechos por sus manos, yo comí de los panes y los peces que multiplico…no pueden hacerle esto debe haber un error.. Recuerdo que días atrás todos lo victoreaban y le tendían palmas a su paso, ¿Por qué en tan pocos días cambiaron tanto? ¿Y ahora lo llevan a la muerte?
Comienzo a caminar cerca de él ¡Cuánto dolor! ¡Que cruz tan pesada carga a sus espaldas! Comienzo a gritarles; a decirles que están equivocados con lo que hacen, que el no es un delincuente, ni un ladrón, ni un asesino, El es el Hijo de Dios, grito y grito pero nadie me oye, nadie repara en mi, mi corazón esta desgarrado viendo esa imagen..Y es ahí en ese momento cuando me acorde de lo que “el” dijo: “El grano de trigo no produce nada, a menos que caiga en tierra y muera, y si muere da una cosecha abundante”, recordar esas palabras me traen consuelo, porque se que su muerte trae salvación.
Sigo caminando detrás de la gente, hasta que diviso el monte de la crucifixión.
A las doce del mediodía unas nubes muy negras taparon el sol y así estuvo hasta las tres de la tarde cuando “el” murió en el madero. Uno a uno fuimos regresando; algunos seguían mofándose y otros reconocían que “el” era el Salvador.

Entre a mi casa llena de lágrimas, pero con gratitud en mi corazón...”El murió por mis pecados”

Soy una simple vecina del barrio...Esperando su regreso…

martes, 12 de febrero de 2013

Enemigo Vencido



Ella llega y no pregunta si es bienvenida... visita la casa del pobre y del rico, del intelectual y el analfabeto, sube por las escaleras de mármol del palacio real, llega a los suburbios de la ciudad buscando al indigente, camina por los largos pasillos de los hospitales, pero también llega donde hay fiesta y baile, se pasea en el campo de batalla, va a la casa de los gobernantes y a la del ciudadano común…se instala en el trafico de la gran urbe, va al desierto y a la montaña, visita la casa de la abundancia y  la de la escasez…ella no conoce de credos, ni de razas ni colores…viene por el niño, el joven o el anciano.

Cuantas veces quisiéramos extender las manos para detenerla,  ni siquiera nos gusta hablar de “ella” pero es inevitable; porque ella es parte de la vida, tan cierto que hemos nacido, como tan cierto que un día dejaremos de ser, somos como la hierba del campo que por la mañana esta y a la tarde desapareció.

San Pablo nos dice de “ella”: ¡La muerte ha sido destruida! ¿Dónde esta ahora su victoria? ¿Dónde esta su poder para herirnos? Gracias a Dios que por medio de nuestro Señor Jesucristo podemos vencer. Dios cambiara  estos cuerpos nuestros que mueren y se destruyen, por cuerpos que vivirán para siempre.
Ella ya fue vencida, ya no habrá muerte, ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor porque esas cosas pasaron. Dios destruirá para siempre el poder de la muerte.
Ese día se dirá: “Ahí esta nuestro Dios, en El confiamos” y nos salvo.

La muerte es un enemigo que ya fue vencido en la cruz, con la esperanza de la resurrección

jueves, 17 de enero de 2013

Final de la carrera

Me despido de la profesión con este ingrato final. Estas fueron las palabras de un prestigioso medico de esta ciudad, al salir de la sala de audiencias en los tribunales.

Después de una larga trayectoria, un descuido en administrar la anestesia a un paciente, había echado a perder años de excelente labor; una carrera impecable había terminado de la peor manera, un buen comienzo pero un mal final. Lamentable fin.

Hubo un hombre que vivió hace muchos años atrás, y el se daba cuenta que ya sus días estaban contados, estaba próximo al final de la carrera, y el dijo lo siguiente: "He luchado por obedecer a Dios en todo, y lo he logrado, he llegado a la meta y en ningún momento he dejado de confiar en Dios" "Se que Dios es un juez justo y que, cuando juzgue a todos, me dará una corona como premio a mi obediencia, y no solo a mi me la dará, sino también a todos los que esperan con ansias su regreso"

Unos antes otros después, todos llegaremos al final de la carrera, y ¿cuales serán las palabras que diremos cuando nos presentemos delante del juez justo?
Que cuando lleguemos al final podamos decir como San Pablo: "Lo he logrado" "He llegado a la meta, Dios me dará el premio"
Aunque no sea fácil la carrera que corremos, al llegar a la meta tengamos un buen final.