Cuento de María
de los Ángeles Romero
Fue seleccionado
entre los finalistas en el 17 Certamen Internacional de Poesía y Cuento
Basado en hechos reales
Basado en hechos reales
Empezó con un deslumbramiento, luego se enamoró y siguió
con una pasión enferma y descontrolada.
Hacia un tiempo que Alfredo le había propuesto a Inés
tener una relación, pero ella no acepto.
Un domingo de primavera en una cálida tarde, sentados
frente a una mesa de café tuvieron una larga charla, ella le contó que había
venido de una provincia, tenia un buen trabajo como vendedora en una casa de
alta costura y todos los meses giraba parte del sueldo a su familia, personas
con carencias económicas que vivían de la cría de cabras en los cerros
tucumanos. Sus padres la habían criado con mucho amor inculcándole el aprecio a la vida y sobre todo pidiendo a
Dios la protección diaria.
Cada vez que se veían hacían largas caminatas… el volvía
a insistir en que fueran novios y ella repetía lo mismo, “Te quiero como a un
amigo, como a un hermano”. Se sentía rechazado y frustrado.
Pasaron los días y los meses y un pensamiento macabro y
diabólico comenzó a tomar fuerza en la mente de Alfredo: “Si no es para mi, no
va a ser de nadie”.
Un plan asesino fue elaborando…una mezcla de amor y de odio...Iba
a ser fácil eliminarla, era una chica
sola viviendo en la gran ciudad, alquilaba una habitación en una casa de
inquilinato en la calle Valdenegro del barrio de Villa Urquiza, nadie se daría cuenta.
Pensaba que la muerte de Inés traería alivio a su tormento.
Una noche muy fría del mes de Julio, Alfredo caminaba
presuroso por la ciudad ocultándose en la penumbra, apretaba en el bolsillo del
sobretodo un cuchillo, iba repitiendo la misma frase: “Va a ser fácil”. A esa
hora el barrio estaba desierto, nadie transitaba por sus calles, en la mayoría
de los hogares ya estaban entregados al descanso...Inés también ya estaría
dormida.
Ingreso por el largo pasillo, al final había una escalera
caracol que lo llevaba a la habitación donde ella vivía. Muy sigilosamente fue
ascendiendo e ingreso por la ventana, la tenue luz de la luna reflejo la
silueta de Inés tendida en la cama.
Tan pronto como comenzó a caminar hacia ella empezó a
retroceder, sorprendido por lo que veía no pudo levantar el cuchillo...Inés no
estaba sola…siguió retrocediendo hasta encontrar la escalera la cual bajo
corriendo hasta perderse en las oscuras calles de la gran urbe.
Llego a la pensión, dejo el cuchillo sobre la mesa, se
sentó en un desvencijado sillón, tomo su cabeza entre sus manos…lo que había
visto lo dejo perplejo… ¿fue una ilusión óptica?...no, no lo fue, sentado al
lado de Inés había un ángel velando y defendiendo su sueño.
Retumbaba en la cabeza de Alfredo lo que dijo Inés ese
domingo en el café: “Dios es mi refugio y protección, El manda a sus ángeles a
cuidarme”.
El amor y la vida se entrelazaron, la vida continuo para
los dos con sus altibajos, con aciertos y errores, comenzaron a transitarla por
distintos carriles, respetando la amistad que los había unido por muchos años.
Alfredo con el paso del tiempo conoció a la que un día
fue su esposa y abuela de sus nietos, ya avanzado en años y con un bastón en su
mano, cada día recordaba lo que vivió la fría noche en el barrio de Villa
Urquiza.
Inés siguió siendo amiga de Alfredo, tuvo una vida muy
feliz, fue una mujer amada y respetada, disfruto de hijos, nietos y bisnietos,
una hermosa dama digna de imitar.
Cerró sus ojos sin enterarse del ángel en la casa de la
calle Valdenegro, de la ciudad de Buenos Aires.