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viernes, 19 de junio de 2015

Amor y Locura

Cuento de María de los Ángeles Romero
Fue seleccionado entre los finalistas en el 17 Certamen Internacional de Poesía y Cuento
Basado en hechos reales


Empezó con un deslumbramiento, luego se enamoró y siguió con una pasión enferma y descontrolada.
Hacia un tiempo que Alfredo le había propuesto a Inés tener una relación, pero ella no acepto.
Un domingo de primavera en una cálida tarde, sentados frente a una mesa de café tuvieron una larga charla, ella le contó que había venido de una provincia, tenia un buen trabajo como vendedora en una casa de alta costura y todos los meses giraba parte del sueldo a su familia, personas con carencias económicas que vivían de la cría de cabras en los cerros tucumanos. Sus padres la habían criado con mucho amor inculcándole el  aprecio a la vida y sobre todo pidiendo a Dios la protección diaria.
Cada vez que se veían hacían largas caminatas… el volvía a insistir en que fueran novios y ella repetía lo mismo, “Te quiero como a un amigo, como a un hermano”. Se sentía rechazado y frustrado.
Pasaron los días y los meses y un pensamiento macabro y diabólico comenzó a tomar fuerza en la mente de Alfredo: “Si no es para mi, no va a ser de nadie”.

Un plan asesino fue elaborando…una mezcla de amor y de odio...Iba  a ser fácil eliminarla, era una chica sola viviendo en la gran ciudad, alquilaba una habitación en una casa de inquilinato en la calle Valdenegro del barrio de Villa Urquiza, nadie se daría cuenta. Pensaba que la muerte de Inés traería alivio a su tormento.

Una noche muy fría del mes de Julio, Alfredo caminaba presuroso por la ciudad ocultándose en la penumbra, apretaba en el bolsillo del sobretodo un cuchillo, iba repitiendo la misma frase: “Va a ser fácil”. A esa hora el barrio estaba desierto, nadie transitaba por sus calles, en la mayoría de los hogares ya estaban entregados al descanso...Inés también ya estaría dormida.
Ingreso por el largo pasillo, al final había una escalera caracol que lo llevaba a la habitación donde ella vivía. Muy sigilosamente fue ascendiendo e ingreso por la ventana, la tenue luz de la luna reflejo la silueta de Inés tendida en la cama.
Tan pronto como comenzó a caminar hacia ella empezó a retroceder, sorprendido por lo que veía no pudo levantar el cuchillo...Inés no estaba sola…siguió retrocediendo hasta encontrar la escalera la cual bajo corriendo hasta perderse en las oscuras calles de la gran urbe.
Llego a la pensión, dejo el cuchillo sobre la mesa, se sentó en un desvencijado sillón, tomo su cabeza entre sus manos…lo que había visto lo dejo perplejo… ¿fue una ilusión óptica?...no, no lo fue, sentado al lado de Inés había un ángel velando y defendiendo su sueño.
Retumbaba en la cabeza de Alfredo lo que dijo Inés ese domingo en el café: “Dios es mi refugio y protección, El manda a sus ángeles a cuidarme”.

El amor y la vida se entrelazaron, la vida continuo para los dos con sus altibajos, con aciertos y errores, comenzaron a transitarla por distintos carriles, respetando la amistad que los había unido por muchos años.
Alfredo con el paso del tiempo conoció a la que un día fue su esposa y abuela de sus nietos, ya avanzado en años y con un bastón en su mano, cada día recordaba lo que vivió la fría noche en el barrio de Villa Urquiza.
Inés siguió siendo amiga de Alfredo, tuvo una vida muy feliz, fue una mujer amada y respetada, disfruto de hijos, nietos y bisnietos, una hermosa dama digna de imitar.

Cerró sus ojos sin enterarse del ángel en la casa de la calle Valdenegro, de la ciudad de Buenos Aires.