El titulo del
periódico local decía:”Se suicido una señora”, cuando leí el nombre me embargo
mucha tristeza y dolor, la conocía de muchos años atrás, habíamos tenido largas
charlas.
Me contó de su
vida triste, de dolores muy profundos, de heridas abiertas que nunca cerraron,
llevaba una mochila de desesperanza a cuesta por la perdida de su hijito de
corta edad, junto a su esposo e hijas trataban de salir de la situación, cosa
que ella no lograba.
Siempre le dije
que aun en ese inmenso dolor había esperanza, nunca la muerte va a tener su
última palabra, me escuchaba siempre atentamente, pero nunca acepto conocer a
Dios íntimamente y que su paz le de sosiego.
Cuantos combates
y conflictos se apropian de la mente, cuantas miserias humanas se viven y se
pasa toda la vida atrapada en esas batallas que ciegan el entendimiento y no
permiten que la mente sea renovada. El sabio Salomón escribió en el libro de
Eclesiastés, “Tiempo y ocasión acontecen a todos”
Hace un tiempo
atrás nos encontramos en el supermercado, su herida seguía sin cicatrizar, el
peso del dolor se reflejaba en su rostro, tiempo y ocasión lo tuvo en sus manos,
pero lo dejo pasar, no lo estimo.