Corría el año
1914, días tristes y sombríos para el mundo, era el comienzo de la primera
guerra mundial, varios países estuvieron involucrados y entre ellos Italia.
En un pequeño
pueblo cada uno de los habitantes sabía que al sonar la sirena tenían que dejar
lo que estaban haciendo y correr a los refugios para resguardar sus vidas.
Ese día estaba
una familia en las tareas del campo cuando de pronto se oyó la sirena, el padre
con toda su voz comenzó a gritar que corran al refugio, rápidamente todos
comenzaron a correr hacia su salvación, una de las tías dijo: “Corro hasta la
casa a buscar una bolsa de papas y voy al refugio… La familia desde el refugio
miraba hacia afuera, cuando ven con estupor como una bomba cae sobre la casa y
en pocos segundos todo quedo reducido a
escombros, la tía no llego a salir, quedo atrapada por unas pocas papas.
Al
leer esta historia reflexione cuantas veces no se valora algo tan maravilloso
como la salvación de nuestras almas, lo que a Jesús le costo su propia sangre.
El apóstol Pedro nos dice que estemos atentos y listos pues nuestro enemigo
anda buscando a quien destruir, hasta parece un león hambriento. Hay
territorios que no le pertenecen, que son exclusividad de Dios y no debemos
permitir que nuestro adversario se apodere. El sagrado libro dice: “Que nos
cuidemos, no sea cosa que nos deslicemos.” Tenemos libre albedrío, en nosotros
esta escapar hacia “El refugio” Nuestro refugio es la cruz de Jesús.