Si esas sandalias hablaran cuantas cosas nos dirían.
Tal vez empezarían diciendonos que muchas veces se cubrieron por el aserrín de la carpintería, horas y horas pasaron entre el cepillo, el martillo, el serrucho y los clavos, ellas vieron como de un trozo de madera se construían bancos y mesas. Un tiempo mas adelante ellas caminaban por los polvorientos caminos de Palestina, fueron testigos silenciosos de acontecimientos nunca antes visto.
Nos dirían que en cierta ocasión vieron a una mujer postrarse ante ellas, unos hombres la perseguían con piedras en sus manos para apedrearla, la habían encontrado pecando y era la costumbre que debía ser cruelmente castigada. "El que no tenga pecado que arroje la primera piedra" se oyó una voz, y esas personas una a una se marcharon sin arrojar las piedras.
Las sandalias nos seguirían contando que vieron muchos milagros, muchos pecadores perdonados; pero también nos dirían que vieron gentes traicioneras, que con un beso entregaban a su amigo.
Un día estas sandalias fueron quitadas de los pies y arrojadas a un costado, ellas nos dirían que veían como abofeteaban a su dueño,le escupían, lo escarnecían, lo vieron cargando una cruz de madera y azotándolo lo llevaron al monte para ser crucificado, su dueño ya no las necesitaba, su cuerpo pendía de ese madero, a un costado quedaron las sandalias. Pero ellas nos seguirían contando que allí en esa cruz murió, lo llevaron a la tumba y al tercer día resucito.
Las sandalias nos seguirían contando que un día lo vieron como ascendía al cielo y decía: "Un día volveré a buscar a todos los que en mi creen".
Las sandalias posiblemente quedaron arrumbadas en algún armario, nadie reparo en ellas, pero si pudieran hablarnos,las escucharíamos decir: ¡¡¡Que privilegio el nuestro, estuvimos en los pies del Maestro!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario