Cierto día le
preguntaron a un hombre: ¿Qué tal fue el camino? ---“Fue muy difícil, pero valió la pena”—
Recuerdo que
cuando era niña iba a visitar a mis abuelos, ellos tenían un cuadro titulado “Los
dos caminos”, como me gustaba pasar tiempo mirando ese cuadro, un camino era
ancho, se podía transitar libremente sin obstáculos, era alegre, divertido, se veía
mucho entretenimiento y mucha algarabía, pero el final del camino era horrible,
siniestro, espantoso. El otro camino era angosto, los que caminaban lo hacían
con precaución, iban atentos para no resbalar, salteaban los impedimentos que
se presentaban, al final del camino se veía una ciudad resplandeciente, era de
oro, perlas y el mar de cristal, aquellos que caminaban por ese camino entraban
a esa ciudad.
La Biblia nos
habla de estos caminos y tal vez no te des cuenta que todos estamos en uno de
ellos.
Es muy fácil
andar por el camino que lleva a la perdición, porque es un camino ancho y mucha
gente va por el, pero es muy difícil andar por el camino que lleva a la vida,
porque es un camino muy angosto, por eso son pocos lo que lo encuentran. El
camino ancho es fácil porque libremente mentimos, defraudamos, engañamos, no
hay temor, el camino angosto es muy difícil para afrontar cuando todas estas
cosas se presentan y tenemos que rechazarlas, solo con la ayuda de Dios podemos
resistir.
En la película “Reto
de valientes” a Javier (uno de los protagonistas) lo ponen a prueba para ver
hasta donde el es honesto y no cede a dejarse vencer por la mentira, puede
pasar esa prueba con victoria, no fue fácil tomar la decisión pero “valió la
pena”