Cuento corto
seleccionado por Grupo de Escritores Argentinos para el 23 Certamen
Internacional de Poesía y Cuento S.A.D.E.Buenos Aires 2 de Junio de 2018
El Niño del algodonal por Mary
Romero
Que revuelo esa tarde del mes de noviembre del año mil
novecientos diecinueve en Colonia Benítez.
Las vecinas en círculo comentaban que habían visto a la
comadrona entrar a la casa de Benito; una dijo que hacia mucho no se la veía a
“la Ramona”, otra añadió que la ultima vez que la vio estaba “algo rellenita”,
y no falto la que dijera que a la familia se la veía bastante reservada.
Comentarios y mas comentarios, todavía estaban de gran conversación cuando
vieron salir a “la Delfina” (la comadrona), la que solo compartió un saludo y
tomo el camino de regreso hacia su casa.
¡Cuanta intriga no saber lo que había pasado en la casa
de Luisa y Benito!
Las buenas vecinas siguieron con las tareas habituales en
ese pequeño pueblo de casas bajas y dispersas, toda gente dedicada al cultivo
del algodón.
Una semana más tarde; muy temprano en la mañana vieron
salir a “la Ramona”, llevaba en sus brazos un bebe; se dirigió al registro
civil; allí el juez de paz dicto la siguiente partida: ..Acta numero setenta y
tres: En Colonia Benítez Jurisdicción del Departamento de Resistencia
Territorio Nacional del Chaco, ante mí: Ramona... de 24 años soltera, declara
que el día 18 del cte. mes a las cuatro de la tarde dio a luz al varón Eliseo...
Sus parientes Severo y Domingo fueron testigos de dicho acto.
Ramona regreso a su casa ante la mirada atónita de sus
vecinos, poco le importo tantas habladurías, aun las de su propia familia.
Comenzó a criar a ese niño fruto de un amor fuerte y fugaz, mezclado con pasión
y ansias de amar y ser amada, un amor que duro solo el tiempo de la cosecha.
Cuando el niño tenia solo cinco años Ramona murió, por
ese tiempo no había mucha medicina y mas en Colonia Benítez, aquello que empezó
con una simple molestia en una pierna paso a tener un trágico final.
Ahí cambio la vida de Eliseo; sus abuelos y tíos se
despreocuparon, nunca lo habían aceptado y mas con la muerte de Ramona. El niño
comenzó a rodar, un día en la casa de un vecino, otro de un pariente o en la de
algún funcionario, aunque pasaba la mayoría de las horas en el monte chaqueño ¡Cuánto
recorrió por esos caminos polvorientos!, conocía a la perfección cada sendero, mas
de una noche su cama fue la tierra dura y las estrellas sus compañeras. De vez
en cuando iba a la escuela, no para aprender sino por el plato de comida que le
daba la señorita Manuela. Con ocho años de edad se hizo amigo del comisario; estaba tempranito por la mañana en la
comisaria para hacer mandados, barrer, regar, todo por unas papas o fideos. Así
pasaba los años... entre siembras y cosechas, su pequeña y frágil figura
curtida por el intenso sol, se mezclaba entre los capullos blancos, alcanzaba
los baldes con agua fresca a los algodoneros, solo trabajo y sufrimiento en su corta
edad; no sabia de caricias ni de abrazos y menos de un te quiero, conoció lo
que es tener hambre; con unos amigos esperaba la tardecita, allá en el potrero armaban
un partido y jugaban a la pelota. Al cumplir catorce años quiso saber quien era
su padre, pregunto a los lugareños pero nadie le respondió, se acordó de aquel
pariente llamado Severo, tal vez el conocería la historia…y Severo le contó que su madre y su padre se conocieron
en el comienzo del diecinueve, el era un trabajador golondrina perteneciente a
una colonia judía, que pronto se marcho al terminar la cosecha, el niño del
algodonal entendió el porque de su nombre; su padre se llamaría Eliseo…
siguieron pasando años de siembras y cosechas, hasta que un día con veinte años
decidió irse de Colonia Benítez, algo mas estaría preparado para el cruzando el
rio. Llego a la ciudad de Rosario (Pcia. de Santa Fe) y paso a integrar el
plantel de fútbol de un prestigioso club, siendo muy buen arquero. Siguió
avanzando y quería algo más, siguió el camino hacia la gran ciudad.
Llego a Bs. As. con una meta: estudiar, trabajar, ser
culto y honrado, ser una persona de bien, formar una familia, amar y ser amado
y con esfuerzo y mucha fe todo lo logro. Alcanzo el objetivo y llego a la meta…No
tuvo temor cuando emprendió el ultimo viaje… finalizo su carrera lleno de días,
en una buena vejez.
Solo quedo en el recuerdo, el niño del algodonal.
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