Aquella
mañana abrió muy temprano la carpintería, quería sumergirse entre los clavos,
el serrucho y el taladro; trabajar le
haría bien, lo iba a distraer y así poner en claro los pensamientos; la noticia
que había recibido lo dejo atónito, tendría que tomar una decisión y dar
urgente salida al problema.
Vio la lista
de los trabajos que tenía que entregar, esos pedidos que con antelación le
habían hecho: una mesa, dos ventanas, tres bancos, un yugo, un arado, una viga,
los clientes lo necesitaban para el campo, otro para la construcción de
viviendas y otros mobiliarios para la casa. Aquel día la carpintería haría
horario corrido. Pero...Justo ahora que estaba con los preparativos para la
boda le llego semejante noticia.
Ya tenía preparada la lista de invitados, los cocineros
para los días de fiesta, la bebida, la ropa, la ceremonia, y ¿ahora qué? ¿Cómo,
que su novia está embarazada?, ¿Qué paso con la dulce y bondadosa muchacha del
pueblo? Él estaba seguro que ellos se amaban, se respetaban e iban a consumir
el matrimonio cuando sean marido y mujer y ahora ella ¿esperaba un bebe?
Ese mismo
día tomo una decisión, no iba a difamarla en el pueblo, muy en lo íntimo de su
corazón la iba a dejar secretamente, rompería ese compromiso matrimonial.
Como sabía
que esa noche no podría dormir, trabajo hasta altas horas, finalmente se acostó
hasta que agotado, el cansancio gano la batalla, en lo profundo del sueño tuvo
la visita de un ángel que lo llamo por su nombre: “José no tengas miedo de
tomar a María por esposa porque lo que en ella es engendrado es obra de Dios,
cuando ese niño nazca lo vas a llamar Jesús porque El salvara a su pueblo de
sus pecados.
Al siguiente
día José siguió con los preparativos de la boda, así fue como el carpintero de
Nazaret se casó con la bella muchacha.
Según
contaban en el pueblo, el niño Jesús sabia de clavos, de yugo, de arados, de
viga, porqué en sus predicas hablo de ellos.
Los
historiadores dicen que el carpintero José cuido de su familia fielmente hasta
el último día de su vida.
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