Estoy al tanto de lo que esta sucediendo en nuestro país,
se que por estos días el alboroto es grande en las calles, he visto los
desordenes sociales, la agresividad de la gente, se de la corrupción, he vivido
el mal que ocasiona la turba en las plazas, y todo debido a un “delincuente”,
que usted Excelentísimo señor tiene que juzgar.
Soy una adolescente que cuando tenia 12 años de edad vi
cara a cara a este hombre que dice llamarse “La luz del mundo”...“El camino”...
“La puerta”... “El pan de vida”...Yo soy la mejor evidencia para su caso.
Hace no mucho tiempo atrás El entro a mi habitación. Mi
padre un alto jefe eclesiástico muy desesperado lo fue a buscar e implorarle
que venga a mi casa porque yo estaba gravemente enferma. Pero cuando “El” llego...
Fue tarde porque yo ya había muerto. Las
plañideras ya estaban listas para llorar, los flauteros preparados para tocar
en mi funeral, mi madre llorando desconsolada a gritos. Luego me contó mi padre
que se demoro porque en el camino sano a una mujer que estaba muy enferma, ella
toco su manto y en el momento recibió sanidad.
Recuerdo sentir su tibia mano sobre la mía, con amor toco
mi frente fría y me dijo: “Niña levántate”, yo lo que se, es, que volví a la
vida.
Señor gobernador, no me alcanzaría el papel y la pluma
para contarle todo lo que este hombre hizo después, con unos pancitos y unos pececitos dio de
comer a una multitud, hizo muchos milagros, hablo de paz, de fe, de justicia,
de perdón y sobre todo del amor. Tal vez esta demás pedirle clemencia, El nunca
la pidió por su vida, aun mas... porque “El” dijo que ofrecería su vida por la
humanidad. Pero yo le imploro respetuosamente que usted tenga piedad de “El”,
tome parte en este asunto, no se lave las manos.
Al
gobernador romano Poncio Pilatos, de la hija de Jairo.
P.D. Esta carta llego después de la muerte de Jesús el
Nazaret.
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