Vivimos en un mundo de tantos conflictos, la mala noticia esta a la orden del día, la prensa oral, escrita, radial, televisiva, dan prioridad a la noticia mala.
Leyendo el periódico vi en un pequeño recorte un escrito que me emociono. Sam Handelaar veterano de guerra de 85 años murió de un “corazón roto” al siguiente día que murió su esposa víctima del cáncer. Sam estaba sano pero 24 horas después que su querida Carrie falleció su corazón se detuvo. La pareja de enamorados de Basildon, en Essex, fueron enterrados juntos; vivieron “60 años de amor”. El mayor de los tres hijos de la pareja dijo que ellos estaban dedicados el uno al otro. El señor Handelaar ingreso al ejercito con tan solo 17 años, condujo un tanque a Sword Beach durante el desembarco de Normandía.
Imagine que seria un hombre fuerte debido a tantos años en el ejercito y por las experiencias de vida habrá sido un hombre de mucho coraje, impulsivo, decidido, pero en el había un gran amor hacia su esposa.
Cuanta razón tiene el apóstol Pablo cuando nos dice: Si no tengo amor, soy como un metal que hace ruido, una campana desafinada, el amor tiene paciencia, es amable, no tiene envidia, no es grosero, ni egoísta, no se pasa la vida recordando lo malo que los otros le han hecho.
El amor es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperar y soportarlo todo. Solo el amor vive para siempre. Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que El cumplirá sus promesas y el amor. De estas tres cosas la más importante es el amor.
¡El fuego del amor es una llama que Dios mismo ha encendido!
¡No hay mares que puedan apagarlo, ni ríos que puedan extinguirlo!
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