Vivían como
podían, marginados de la sociedad, su alimento era escaso solo aquello que algún
alma piadosa dejaba a la distancia. Uno a uno se fueron uniendo, todos padecían
lo mismo.
Cuando esas
pequeñas manchas blancas fueron apareciendo en sus cuerpos y luego pasaban a
hacer unas ampollas que supuraban, se daban cuenta que tenían una grave
enfermedad, algunos ya habían perdido algunas de sus extremidades. Tuvieron que
dejar sus esposas, sus hijos, dejar el calor del hogar y apartarse de la ciudad
e ir a vivir al monte, allí completamente solos y olvidados, esperando la
muerte.
La lepra
era una enfermedad que no tenia cura y solo era cuestión de tiempo, una condición
muy triste pasar los últimos días de existencia con tanto dolor a cuesta,
ninguna medicina aliviaba esos cuerpos
llagados.
Pero un día
cambia la situación de estos diez hombres, porque Jesús pasa por un camino
cercano, ellos corren hasta allí y de lejos comienzan a dar voces rogando a Jesús
que tenga misericordia y los sane.
El Señor
les responde que vayan hacia el templo y mientras allá se dirigen fueron
sanados. El medico amado trajo liberación de la enfermedad a los leprosos,
cuando esperaban la muerte, llego la vida.
La lepra es
un símbolo de pecado. El pecado es universal, todos pecamos, Adán y Eva
introdujeron el pecado en la historia humana a través de sus acciones rebeldes.
La Biblia nos dice que Dios mando a su propio hijo a morir en la cruz para el perdón
de los pecados. Ya no estamos bajo la esclavitud del pecado, somos libres por
la sangre vertida en el madero. Así como los diez hombres fueron libres de la
lepra, también nosotros lo somos mediante la redención del Gólgota.
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