A través de
la ventana veo al lado de mi casa un ciruelo que en estos días ha comenzado a
dar nuevos brotes. Unos meses atrás era un árbol aparentemente seco, el viento,
las lluvias, las heladas cayeron sobre el, a veces se lo veía frágil, doblándose
como que se iba a romper. Pero en estos días cambio, lo observo y veo algo
nuevo, como que una nueva vida entro en el, se lo ve erguido, aquellas frágiles
ramas han tomado fuerza y brotes comienzan a aparecer, mientras lo miro me puse
a pensar que las personas somos muy parecidos al ciruelo, los vientos de la
vida nos golpean tan fuerte que a veces nos doblamos, nos vemos secos, frágiles,
cuantas veces creemos que no nos vamos a levantar.
El ciruelo
permite a la naturaleza actuar en el, nosotros también dejemos a Dios entrar en
nuestras vidas para que El actúe, que la savia del Espíritu Santo corra por
nuestro interior, El Señor quitara toda hojarasca para permitir nuevos brotes.
El nos
dice:”Vengan a mi y yo les doy nueva vida” tendrán la fuerza de un búfalo, ríos
de agua viva correrán por vuestro interior, saltaran como becerros de la
manada, caminaran y no se cansaran, volaran como las águilas, tendrán la fuerza
de un león…
A su tiempo
vendrán los frutos.
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