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jueves, 22 de diciembre de 2016

Primera navidad

Busco y busco y nada encontró, allí sentada en un burrito estaba su mujer, todos los hospedajes estaban ocupados, la ciudad de Belén llena de ciudadanos que habían llegado por un censo, golpeo varias puertas pero la respuesta era siempre la misma “No hay lugar”.

Ese niño bendito en el vientre de María quería nacer… hasta que  un mesonero le dice a José si quería alojarse en el establo donde pacían y dormían los animales, ese fue el único lugar disponible, con sus manos preparo en el pesebre una cunita con el  forraje que encontró, y esa noche bendita cuando todos allá en la ciudad ya estaban entregados al descanso… entre el asno y la vaca, las ovejas y cabras nació el bebe escogido por Dios para ser el Salvador del mundo.
En pañales lo envolvieron y los animales le daban calor en esos días tan fríos de ese país.

Así de sencilla y humilde fue esa primera navidad, muy lejos a las nuestras de brillo, pompas, comilonas.

Que en esta navidad nos volvamos a aquella primera,  ofrezcamos  nuestro corazón a Jesús y digámosle que hay lugar para que “El” more para siempre.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Le decían Lorenza cuento corto por Mary Romero, premiado en tercer lugar por Escritores Argentinos.

La llamaban la loca Lorenza, decían que era rara, ausente, perdida, como que vivía en otro mundo.

La veían salir temprano en la mañana a sacar el perro, a comprar algunos víveres y luego pasaba el día encerrada en su casa. Algunos niños traviesos del vecindario tocaban el timbre y salían corriendo, le tiraban piedras al frente de su casa, o le gritaban “loca, loca”, pero ella ni se percataba de ellos, de la puerta para afuera no tenia ninguna relación, su mundo era pequeño, solamente su modesta casa del barrio de Flores.

Los vecinos mas antiguos del barrio contaban que Lorenza, mas de sesenta años atrás, había sido una muchacha hermosa, de cabellos dorados y ojos color cielo, de muy jovencita había perdido a sus padres, a pesar de criarse sola estudiaba un profesorado en idiomas, y fue allí en uno de los pasillos de la casa de altos estudios conoció a Gregory un profesor de francés, pronto se enamoraron y comenzaron a relacionarse, nació un apasionado amor.  Solían verlos tomados de las manos haciendo largas caminatas por el Rosedal, luego el comenzó a frecuentar su casa. Lorenza todas las tardes a las cinco ya tenia la sala preparada, los candelabros encendidos, el mantel de puntillas de encaje, las servilletas y las dos tazas de te de porcelana inglesa, disfrutaban de ese amor, horas y horas.
Un tiempo mas adelante ella se dio cuenta que la salud de el iba desmejorando, lo veía pálido y delgado, y por mas que fueron a los mejores médicos y que hizo todos los tratamientos que le indicaron, en pocos meses una cruel enfermedad se llevo la vida de su amado.
 Ya Lorenza no fue la misma, comenzó a ausentarse a las clases, se aparto del círculo de amigos, se fue apagando esa sonrisa de sus labios, sus ojos brillantes ahora se veían opacos. Se quedo en el tiempo y así eligió vivir, se negó al mañana y vivía en el ayer, la soledad pasó a ser su amiga, su confidente, una compañía inseparable. Pasaron los meses y los años pero su mente se detuvo en esas tardes románticas junto a Gregory, en esas palabras que aun susurraban en sus oídos:”palomita amada, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz, tu voz es dulce, tu rostro bello, eres hermosa amada mía, desde que me miraste mi corazón te pertenece, es tuyo desde que lo envolviste entre los hilos de tu collar”.
Las persianas de la casa estaban todo el día cerradas, pero algo que llamaba la atención de los vecinos era, que todas las tardes a las cinco la casa parecía que volvía a vivir,  a través de un visillo la veían a Lorenza encender los candelabros, poner el mantel de puntillas de encaje, las servilletas y las dos tazas de te de porcelana inglesa, su rostro volvía a iluminarse, sus ojos brillaban nuevamente y reía, reía, bailaba y bailaba.  Por eso la llamaban “la loca Lorenza”.

Así pasaba los días, meses y años, aunque su cuerpo se iba desgastando, y su figura se iba debilitando...  ella era feliz, feliz, inmensamente feliz… todas las tardes a las cinco.

               

Le decían Lorenza cuento corto por Mary Romero, premiado en tercer lugar por Escritores Argentinos.

La llamaban la loca Lorenza, decían que era rara, ausente, perdida, como que vivía en otro mundo.

La veían salir temprano en la mañana a sacar el perro, a comprar algunos víveres y luego pasaba el día encerrada en su casa. Algunos niños traviesos del vecindario tocaban el timbre y salían corriendo, le tiraban piedras al frente de su casa, o le gritaban “loca, loca”, pero ella ni se percataba de ellos, de la puerta para afuera no tenia ninguna relación, su mundo era pequeño, solamente su modesta casa del barrio de Flores.

Los vecinos mas antiguos del barrio contaban que Lorenza, mas de sesenta años atrás, había sido una muchacha hermosa, de cabellos dorados y ojos color cielo, de muy jovencita había perdido a sus padres, a pesar de criarse sola estudiaba un profesorado en idiomas, y fue allí en uno de los pasillos de la casa de altos estudios conoció a Gregory un profesor de francés, pronto se enamoraron y comenzaron a relacionarse, nació un apasionado amor.  Solían verlos tomados de las manos haciendo largas caminatas por el Rosedal, luego el comenzó a frecuentar su casa. Lorenza todas las tardes a las cinco ya tenia la sala preparada, los candelabros encendidos, el mantel de puntillas de encaje, las servilletas y las dos tazas de te de porcelana inglesa, disfrutaban de ese amor, horas y horas.
Un tiempo mas adelante ella se dio cuenta que la salud de el iba desmejorando, lo veía pálido y delgado, y por mas que fueron a los mejores médicos y que hizo todos los tratamientos que le indicaron, en pocos meses una cruel enfermedad se llevo la vida de su amado.
 Ya Lorenza no fue la misma, comenzó a ausentarse a las clases, se aparto del círculo de amigos, se fue apagando esa sonrisa de sus labios, sus ojos brillantes ahora se veían opacos. Se quedo en el tiempo y así eligió vivir, se negó al mañana y vivía en el ayer, la soledad pasó a ser su amiga, su confidente, una compañía inseparable. Pasaron los meses y los años pero su mente se detuvo en esas tardes románticas junto a Gregory, en esas palabras que aun susurraban en sus oídos:”palomita amada, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz, tu voz es dulce, tu rostro bello, eres hermosa amada mía, desde que me miraste mi corazón te pertenece, es tuyo desde que lo envolviste entre los hilos de tu collar”.
Las persianas de la casa estaban todo el día cerradas, pero algo que llamaba la atención de los vecinos era, que todas las tardes a las cinco la casa parecía que volvía a vivir,  a través de un visillo la veían a Lorenza encender los candelabros, poner el mantel de puntillas de encaje, las servilletas y las dos tazas de te de porcelana inglesa, su rostro volvía a iluminarse, sus ojos brillaban nuevamente y reía, reía, bailaba y bailaba.  Por eso la llamaban “la loca Lorenza”.

Así pasaba los días, meses y años, aunque su cuerpo se iba desgastando, y su figura se iba debilitando...  ella era feliz, feliz, inmensamente feliz… todas las tardes a las cinco.

               

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Las plañideras por Mary Romero

Cuando era adolescente viví en una ciudad donde había una costumbre, cuando una persona fallecía pagaban a un numero de mujeres todas vestidas de negro para que lloren en los velorios, las llamaban las plañideras, era el oficio de estas mujeres cobrar dinero para llorar.

Esta era una practica de tiempos remotos, ya el profeta Jeremías hablaba de ellas, (Jeremías 9: 17).Se presume que viene del tiempo de los egipcios, en varios países del mundo todavía contratan a estas mujeres.

En cierta ocasión cuando Jesús andaba  por Galilea un hombre le pidió que vaya a su casa porque su hija estaba muy grave, no había terminado de hablar cuando vinieron unos mensajeros y le dijeron que deje todo así porque la niña había muerto, a pesar de la situación Jesús  fue a la casa de este jefe de la sinagoga. Cuando entraron a la casa se encontraron con un gran alboroto,  con mucha gente llorando a gritos y lamentándose, los músicos listos con sus flautas preparados para el entierro, Jesús pidió que se retiren que no lloren porque ella dormía, no estaba muerta, y así fue la niña volvió a la vida e inmediatamente se levanto.


Que cambio produjo en la casa de Jairo la presencia de Jesús, de luto a fiesta, de gritos de dolor a risa, de plañideras a gozo, el rey David dijo: “Tu cambiaste mi tristeza y la convertiste en baile. Me quitaste la ropa de luto y me pusiste ropa de fiesta, mi Señor y Dios no puedo quedarme callado, por eso siempre te alabare. 

martes, 23 de agosto de 2016

Tiempo y oportunidad por Mary Romero

El titulo del periódico local decía:”Se suicido una señora”, cuando leí el nombre me embargo mucha tristeza y dolor, la conocía de muchos años atrás, habíamos tenido largas charlas.

Me contó de su vida triste, de dolores muy profundos, de heridas abiertas que nunca cerraron, llevaba una mochila de desesperanza a cuesta por la perdida de su hijito de corta edad, junto a su esposo e hijas trataban de salir de la situación, cosa que ella no lograba.

Siempre le dije que aun en ese inmenso dolor había esperanza, nunca la muerte va a tener su última palabra, me escuchaba siempre atentamente, pero nunca acepto conocer a Dios íntimamente y que su paz le de sosiego.

Cuantos combates y conflictos se apropian de la mente, cuantas miserias humanas se viven y se pasa toda la vida atrapada en esas batallas que ciegan el entendimiento y no permiten que la mente sea renovada. El sabio Salomón escribió en el libro de Eclesiastés, “Tiempo y ocasión acontecen a todos”


Hace un tiempo atrás nos encontramos en el supermercado, su herida seguía sin cicatrizar, el peso del dolor se reflejaba en su rostro, tiempo y ocasión lo tuvo en sus manos, pero lo dejo pasar,  no lo estimo.

martes, 26 de julio de 2016

Cuando las heridas demoran en sanar por Mary Romero

Ella le dijo: Ya hace nueve años partió, pero todavía lo recuerdo y lloro por el como el primer día.

El muy tiernamente le tomo la mano y apoyando sus labios en sus oídos le dijo: ¿Lloras por el, o por vos?

Respondió: No entiendo lo que me quieres decir. El nuevamente le hablo en sus oídos; si supieras en donde esta, si supieras por donde camina, si supieras como se deleita con el verdor de los jardines, si supieras como moja sus pies en esas cascadas de aguas cristalinas, si supieras como el canto de los ángeles lo acompañan continuamente, si supieras que esa ciudad en donde vive es pura, que la luz de Dios brilla siempre, si supieras que allí todo es paz, allí no existen las lagrimas, no hay mas dolor.

¿Quieres que vuelva?  No... Dijo ella, acá sufrió mucho por esa cruel y dolorosa enfermedad, déjalo allí porque es feliz… pero tengo esta herida que no cura. El respondió: Curaras, y cuando veas la cicatriz que quedara, te recordara que tu amado es feliz, que esta esperando verte llegar.


Señor (dijo ella), yo iré a encontrarme con el, entrare por las puertas de perlas y cruzare el mar de cristal, de mi herida jamás me acordare y seremos felices por la eternidad.

martes, 12 de julio de 2016

Bicentenario

Tejí esta mariposa con los colores blanco y celeste que nos identifican con nuestra patria.

El Creador dio sus mejores pinceladas sobre esta tierra, nuestra amada Argentina, de norte a sur, de este a oeste hermosa por donde se la mire.


 Sus fértiles valles, las montañas coloridas ricas en minerales, cascadas impresionantes, lagos, ríos, glaciares con sus nieves eternas, sus saludables aguas termales, la selva, los bosques, tierra fructífera y bendecida abrazada por los dos grandes océanos, pacifico y atlántico. Somos muy felices por vivir en ella, cada día aportemos para verla grande.

Oremos por los que la gobiernan para que vivamos quieta y reposadamente, porque Dios bendice a la nación que lo acepta como dueño y bendice al pueblo que lo reconoce como Dios. ¡Feliz bicentenario amada patria!

jueves, 9 de junio de 2016

Un lapso de tiempo por Mary Romero

Mirando la película “El poder de la esperanza” escuche esta frase que me llamo la atención: “En toda lapida hay dos fechas, una la del nacimiento y otra, la del día del fallecimiento, entre estas dos fechas hay un guión, y ese guión es el que marco nuestra existencia”.

Ahí me detuve a pensar, en el pequeño guión...Ese guión es el que traza toda nuestra vida. Sea larga o corta dejamos huellas imborrables, a veces para bien y otras para mal.

Decía Moisés (el hombre que liberto al pueblo de Israel) “Nuestros años son como un pensamiento” pasan muy veloz, “Cuando comienza el día estamos frescos y radiantes, termina el día y estamos secos y marchitos” “Somos como la hierba que en la mañana florece y crece pero en la tarde se seca”

Así como escapa un suspiro, los años se nos escapan. Vivimos días de alegría y también de tristeza, de angustia y problemas, días de salud y otros de enfermedad, días de buenas noticias y días de luto, días de dar y otros de recibir, días de siembra, días de cosecha, días de abundancia y otros de escasez, y así escalón mas escalón pasamos la vida hasta que el guión termina.

Todo lo que hagamos o como actuemos afecta a otros, vivamos cada día llenando nuestra mente de sabiduría.


Recordemos que es solo un lapso de tiempo. 

sábado, 12 de marzo de 2016

Las cucharas largas por Mary Romero

Un rabino quiso saber como era el infierno y como era el cielo. “Yo te enseñare ambos”, le dijo un profeta. Tomándole de la mano, le llevo a una habitación donde había una gran olla con comida deliciosa, alrededor de la cual se encontraban un círculo de personas, pero todas tristes, delgadas y de mal aspecto. Cuando se fijo, comprobó que todas tenían en las manos cucharas demasiados largas y no podían dirigirlas a la boca. Miraban la comida y no podían disfrutarla. “Este es el infierno”, dijo el profeta.

Después entraron en otra habitación. Todo parecía ser exactamente igual que en la anterior, pero las personas aquí estaban felices, parecían sanas y bien alimentadas. Cuando el rabino, extrañado, se fijo mejor, vio que con las largas cucharas se daban la comida unos a otros, ayudándose así a comer. El rabino no pregunto donde se hallaba, porque ya tenía la respuesta.


A diario nos encontramos con personas que necesitan que les “demos de comer”, solo poniendo nuestra mano en su hombro, o tal vez una palabra de ánimo, o diciéndole “Dios te ama”, circunstancias se nos presentan de continuo, si lo ponemos en practica nos veremos felices,  sanos y bien alimentados.