Al regresar de un
viaje con mi esposo descubrimos que en el patio de nuestra casa, adentro de una
maceta una paloma había puesto dos huevos, nos propusimos no molestarla así que
en pocos días se familiarizo con nosotros, yo en particular me gustaba mirarla a través de
la ventana.
Eran idas y vueltas
con el palomo, se turnaban para salir, nunca dejaron el nido, la paloma era la
que pasaba horas y horas incubando.
Cuando pasaron un
poco más de veintiún días nos dimos cuenta que habían nacido. He pasado mucho
tiempo observando a la paloma, como protegía a sus pichones, salía del nido
para ir a buscar alimento, al volver les daba de comer en la boca, ver eso era
un espectáculo que no lo olvidare, cuando ella nos veía cerca del nido
inmediatamente abría sus alas y los cubría, que protección les daba, como los
cuidaba.
Todas las mañanas al
levantarme lo primero que hacia era mirar hacia el patio para ver la paloma y allí
la veía cuidando, alimentando y protegiendo a sus hijitos, veía como sus
cuerpitos se iban cubriendo de plumas, un día comenzaron a aletear, pensé que
pronto iban a volar.
Una tarde los vi
irse, extendieron sus alas y volaron a la vida, a la libertad, a confundirse en
medio de sus compañeras, tal vez algún día las veré volando de rama en rama, o
tal vez en una plaza comiendo de la mano de un niño, el nido quedo vacío.
Mientras hoy
limpiaba la maceta alabe a Dios porque allí nació la vida. La experiencia que viví
con la paloma es difícil de olvidar.
Que lejos están
muchas personas de parecerse a la paloma.
En estos días que en
tantos países se esta debatiendo y sancionando la ley del aborto, y miles y
miles de personas con pancartas piden a gritos-Aborto, Aborto, Aborto-no se dan
cuenta lo que están pidiendo, es lo mismo que decir-Muerte, Muerte, Muerte.
Como el ser humano
se ha apartado del plan divino de Dios, tal vez dirán “es un hijo no deseado”,
es mal formado, es producto de una violación y cuantos otros argumentos, pero
delante de Dios es un “asesinato” no demos vueltas justificándolo de mil
maneras.
El rey David escribió
en una de sus poesías: Dios mío tu fuiste quien me formo en el vientre de mi
madre. Tú fuiste quien formo cada parte de mi cuerpo. Soy una creación maravillosa
y por eso te doy gracias.
Tú viste cuando mi
cuerpo fue cobrando forma. Salmos 139: 13, 14, 15 (lenguaje actual)
¡Mi embrión vieron
tus ojos!
¡Como disfrute las
nuevas vidas en la maceta!